
La princesa de luna vivia en un castillo precioso en lo alto de un monte lleno de bosque verde. Aquel castillo era practicamente inaccesible para la gente, llegar a él suponía no sólo luchar contra la frondosa vegetación sino traspasar sus grandes murallas, construidas con esmero durante años...incluso últimamente se habían reforzado, pues, en el verano, un pequeño ciclón las habia derribado por completo.
Ella miraba el mundo seguro desde lo alto de su torre, por encima del mundo y casi rozando las nubes hacia sus queaceres diarios; vivía tan ocupada que apenas si tenia tiempo de pensar que los años pasaban y ella seguía allí sola.
No le asustaba, quedarse asllí porque se sentia segura y poderosa, todo lo que tenia era de ella y gozaba de todos los lujos de una vida cómoda y feliz, que compartía con aquellos amigos que la visitaban, aquel pequeño y selecto grupo de personas que conocían el camino secreto para llegar a ella.
Era una princesa valiente que en numerosas ocasiones habia luchado sola, y a la que no asustaba practicamente nada...salvo sentirse vulnerable, pensaba que eso la hacia débil y asi sufriria.
Por eso siempre iba vestida de princesa, con un cabello largo y oscuros y numerosos ropajes dignos de ella, pero debajo del vestido vestía una pesada maya que la protegía.
Ella era feliz con las pequeñas distracciones de la vida, el canto de los pajaros en el patio del castillo cuando legaba la primavera, la combinación de colores que el otoño le regalaba en el bosque y sobre todo, la vision de la luna llena reflejada en el lago de enfrente.
Algun caballero andante habia pasado por aquel castillo, algunos asustados por la majestuosidad de la construccion no se habian limitado a entrar y seguian su camino, otros por el contrario se habia interesado y habian intentado entrar y llegar hasta ella conocedores de sus numerosas virtudes, pero solo unos pocos habian logrado pasar la muralla.
El último caballero que lo hizo llego al castillo con el calor, un dia de julio cuando la princesa de luna no esperaba visita. Tenia el pelo del color del reflejo del trigo al sol y los ojos del color cielo en un dia claro y se parecia a ningun caballero que antes hubiera pasado por alli, su acento y sus formas demostraban que no era como los demas.
A menudo recorria la muralla hablando durante horas con la princesa de luna, contándole historias, haciéndola reir e interesándose por ella...ella a pesar de disfrutar con aquellos encuentros no tenia miedo de el pue ssu maya bajo el vestido la protegía como una segunda piel, dando cobijo a todos sus anhelos y deseos.
Una noche que ella no esperaba, aquel principe salto la muralla pues habia encontrado un par de peldaños sueltos. Recorrió el patio del castillo en mitad de la preciosa noche y subió a su torre para hablar con ella.
A ella en realidad no le sorprendio aquello, sabia que el estaba loco por descubrir que habia dentro de la torre, pero aun asi confusa reuso todos los honores que el le demostraba...pero salio la luna, y la envolvio y se dejo envolver..y se envolvieron.
Vivieron dias felices, complices de la magia de una soncronizacion perfecta, el castillo parecia menos frio y compartian cada espacio juntos, cada risa, cada noche de luna. Caballero de gran embergadura le arroaba cada noche en su regazo protegiendola ye lla se sentia tan segura, que decidio quitarse la maya que poseia debajo del vestido para que el pudiera sentir su piel, su esencia.
No recordaba dias asi desde hace muchisimo tiempo, y la princesa de luna se llegó llevar por el viento.
Pero un día el caballero le anunció que debía regresar a su país, tenía una misión que cumplir y no podía posponerlo, ella asumió que el tenia unas obligaciones que cumplir y a pesar del duro momento decidieron disfrutar cada minuto que les quedaba juntos hasta que el regresase y pudieran continuar juntos.
No hubo noche mas larga ni luna tan intensa como la ultima que vieron juntos.
Al dia seguiente ella le despidio a el, pero esta vez no desde la torre sino desde el suelo de la entrada del castillo, y espero a que el se alejara para tomar el camino de vuelta a su vida.
Aunque ella no dejo de hacer sus queaceres y disfruto como siempre de los placeres de su vida, el le habia dejado un pequeño vacio en el corazon que hacia que los dias pasaran un poco mas lentos y las noches mucho mas...sobre todo cuando habia luna.
Pasaron los dias y aunque el le prometio escribirla cada dia y cuidarla, no recibia noticias de el, no sabia si habia sido herido en la guerra o si se encontraba bien.
Intento sin fruto alguno pero con mucha esperanza lanzar un par de palomas mensajeras pero no le trajeron noticias de el, ni ellas, ni el viento, ni el tiempo.
EL otoño cubria su bosque y su corazon, hasta que una noche mientras observaba la luna, ésta le dijo que su caballero estaba en sus tierras y ella intento en su ultimo esfuerzo mandar un mensaje a través del viento pero el viento no le respondio y el caballero no llego, no respondio, se perdio en la inmensidad del tiempo y el espacio y quedo como un recuerdo de los tiempos de calor.
Pero ella se quedo sin su maya, esa que la cubria debajo del vestido y sintio el calor del otoño, del viento, del reflejo del trigo cuando el sol le calienta, el frio del desconocimiento y del que espera esperanzado por la promesa que nunca se realiza.
La princesa de luna se encontraba fragil y algo perdida...y pasaba los dias suspiranso y esperando, y esperando y esperando, hasta que una noche de octubre, iluminada por la luz de una luna apoteosica bajo al patio del castillo y dejo que la lluvia la mojara, y bailo y bailo bajo la lluvia hasta que agotada cayo al suelo liberada.
Asi,la princesa coloco los peldaños de su muralla, tejio una maya mas fuerte y tupida que la anterior, planto espinos alrededor del jardin y decidio que la vida era para vivirla, solo o acompañada...tantas cosas que hacer, tanto que probar, que viajar porque esperar? hubo includo un dia que dejo de preguntarse el por que y supero el dolor de la ignorancia para quedarse con el de la indieencia y juro que siempre seria indiferente, orgullosa de la princesa que era, dejo de creer en las historias de caballeros andantes, pues independientemente de la calidad de su armadura, de sus formas, todos eran iguales y el resultado siempre habia sido el mismo.
De aquel caballero nunca se supo, y de aquella princesa solo se sabe que siguio con su preciosa vida, disfrutando de ella, y compartiendola con equellos que la querian, se sabe que se abrio al mundo y que crecio y maduro, se sabe que no volvio a creer en los caballeros andantes pero nunca se supo si la luna le regalo alguno que le devolviera la esperanza en los cuentos.
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